13 de agosto de 2009

"Dios te llama... y mis bolsillos también"

La investigación del Ministerio Público de Sao Paulo a la Iglesia Universal del Reino de Dios, productora del conocido programa Pare de sufrir, ha devuelto a la opinión pública una antiquísima discusión: la autenticidad de los llamados milagros de fe. Si bien es cierto que la suma de la denuncia es exorbitante (más de US$ 765 millones), faenones de similares proporciones se han registrado también en nuestra capital. Tan cerca de nosotros, que han pasado inadvertidos.

En la segunda cuadra de la avenida Arica, a pocos metros de la Plaza Bolognesi, otra congregación brasileña, la Iglesia Pentecostal Dios es Amor, ha construido un paraíso de más de un millar de templos en el país y una concesión de 22 horas interminables en la otoñal Radio Victoria (780AM). Todo ello bajo el subterfugio de La Divina Revelación, una atribución sobrenatural que permite a los pastores conocer y detener los males de las personas con solo verlas.

Que una iglesia adquiera popularidad debido a sus milagros no despertaría controversias si no fuera porque, a cambio de sus sanaciones –ninguna de ellas realmente comprobada-, sus alforjas se colman diariamente de billetes de todo valor, joyas, relojes y hasta dientes de oro. Y si añadimos la ausencia de avisos publicitarios en su dilatado espacio radial, pueden sospecharse ciertos desvíos en el destino de estas contribuciones.

Lamentablemente, probar un delito de estafa (art. 196 del Código Penal) sin una oficina de control de actividades financieras realmente eficiente, seduce a lo imposible. Sin embargo, temas como éste permiten evidenciar que la necesidad de paz espiritual en el hombre es cada vez mayor, tan grande como la falta de escrúpulo de quienes convierten la doctrina religiosa en una actividad empresarial, un auténtico negocio redondo.

Foto: www.quelapaseslindo.com.ar

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