5 de febrero de 2010

“Yo también quiero ser presidente”

La opinión pública, el gobierno y la democracia: el nuevo proyecto novelesco de Jaime Bayly.


La contienda electoral ha iniciado sus primeros asaltos y la reciente encuesta de la PUCP lo ha evidenciado. De manera abrumadora, los medios de comunicación pregonan día a día eternos postulantes, nuevas identidades y, como era de esperarse, ciertos improvisados que, guantes en mano y mordaza en la boca, aprietan los puños cual luchadores temibles. Uno de estos, qué duda cabe, es el Niño Terrible.

Desde su trinchera televisiva, durante los últimos quince días, el promocionado candidato de la derecha light ha cargado su Smith and Wesson y ha disparado a sangre fría a la inocente ciudadanía. Sus proyectiles rosados han penetrado tan hondo en el electorado común que han reavivado antiguas heridas y han permitido que las eternas esperanzas de cambio afloren, salgan, huyan, pero del closet. De ese yo transgresor, liberal, moderno que el peruano, quizá sin quererlo, lleva muy adentro.

En ese sentido, la candidatura presidencial del señorito Bayly solo revela que, por un lado, la repulsa del limeño peatón hacia la clase política es tan grande que podría sacarle la lengua al señorón de amplia frente, amable sonrisa y escaso escrúpulo; desplazándolo por un muy inteligente conductor de televisión (como si eso fuera suficiente). Además, por qué no decirlo, es una estrategia novelesca (o quizá nivolesca) del Bayly creador: una nueva historia donde el autor es una deidad; la presidencia, el predecible desenlace; y el Perú, el mundo posible, interesante, apasionante, pero muy alejado de la realidad.

El Francotirador ha acertado una vez más. Es cierto. Pero sus balas solo han remecido los encuerados sillones del gobierno, le han bajado el telón a la función. A quienes ha herido (y de muerte) es a los crédulos e incautos ciudadanos. Les ha hecho ver, en su lecho mortuorio, que, si acaso sobreviven, serían tan ingenuos de elegir a un egocéntrico escritor, a un despiadado prosista que juega a los dados con la gente, mientras ésta reacciona, opina, se emociona y él, sonriente, inicia un nuevo proyecto literario. Y lo peor de todo es que la novela recién empieza.

1 comentarios:

No podías describir mejor a este señoron que se cree muy intelectual cuando en realidad durante muchos años no fue mas que la Susi Díaz en versión masculina de los medios escritos "chichas".la unica diferencia es que esta persona si sabe lo que hace cuando busca enbaucar al pueblo peruano.

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