El gobierno de Alan García llega a su fin y el presidente se despide de los peruanos con una aprobación a su gestión que bordea el 42%.
El rasgo más destacable de la gestión de García ha sido el crecimiento económico que el Perú ha experimentado de forma sostenida. Crecimiento que ha permitido reducir la pobreza de forma significativa. Pero a pesar de las alentadoras cifras económicas existen muchos problemas que el gobierno aprista ha sido incapaz de resolver.
En primer lugar la gestión de Alan García no ha tenido una política adecuada de inclusión social. Durante este gobierno la cantidad de conflictos sociales ha aumentado de forma alarmante. Cuando García llegó a la presidencia el año 2006 el Perú presentaba 80 conflictos sociales, hoy a sólo unos días del cambio de mando esta cantidad ha aumentado hasta alcanzar la cifra de 217, según reportes de la Defensoría del Pueblo.
La evidencia de este fracaso en la conducción de la política social la observamos hace solo unas semanas con el estallido en cadena de diversas protestas en el interior del país. Pero es Bagua el caso más emblemático ya que dejo un saldo de 34 muertos y provocó una crisis de gobernabilidad que culminó en la caída de todo un gabinete. El “Baguazo” fue ocasionado por la intransigencia de un gobierno que no se ha caracterizado por el respeto a los pueblos y la búsqueda de concertación.
Por otro lado la política de lucha contra el narcotráfico ha fracasado totalmente. Durante los últimos cinco años el cultivo de hoja de coca lejos de erradicarse ha aumentado y el Perú es hoy el segundo productor de hoja de coca en el mundo. Las incautaciones de cocaína y de los insumos químicos necesarios para elaborarla representan cifras insignificantes. El narcotráfico ha invadido diversas esferas del país y se erige como una verdadera bomba de tiempo para el próximo gobierno
Finalmente la corrupción ha sido el talón de Aquiles de este gobierno. Casos como Petroaudios, COFOPRI o el escandaloso pago de Essalud al ministro Barrios, tienen como actores principales a personajes cercanos al presidente, lo que refuerza en la población la imagen de un gobierno corrupto y debilita las ya precarias instituciones democráticas.
Si bien el gobierno de Alan García ha tenido muchos aciertos en la conducción del país, también es cierto que se ha perdido una gran oportunidad para fortalecer las instituciones y crear un país más inclusivo. Tareas pendientes que tendrá que afrontar con decisión el próximo gobierno.
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