24 de noviembre de 2010

"RAJES DEL SANTO OFICIO"

Los medios de comunicación y su ofensiva contra la Iglesia Católica
El último domingo, las páginas del diario Perú 21 mostraron una portada que osciló entre el afán de polémica y el sarcasmo malintencionado. En ella aparecía la mitra papal en una presumible alusión fálica, acompañada de un titular que, sin duda, refuerza esta hipótesis: “Luz verde al condón”. Júzguelo usted mismo.

La reveladora noticia aludía a una supuesta declaración del Sumo Pontífice en un libro que saldría a la venta ayer. En ella afirmaba que la utilización del preservativo podría ser aceptada en casos extremos, como los de prostitución, a fin de prevenir infecciones de transmisión sexual. Una idea revestida de sensatez, una posición eclesial acorde con las nuevas realidades sociales; pero no un “repentino cambio de opinión” ni “una justificación del uso del condón”, como señalaba la página 13 del referido periódico.

Por si fuera poco, el reconocido periodista Pedro Salinas demostró en su columna del mismo día que en cuestiones religiosas solo sabe “rajar del oficio”.

Con un fin que fluctuaba entre la ironía y la blasfemia, calificó la reacción católica contra el uso desmedido del preservativo como una “estulticia” (léase, necedad). Además, sostuvo en un ataque por la espalda a la Iglesia que “los condones son salviríficos y redentores”, “salvan más que las hostias” o, lo que es peor, que “la religión que se cree poseedora de la verdad absoluta puede ser una venda antihigiénica para la salud física y mental”. Nada más ofensivo y reprobable, si se tiene en cuenta que sus argumentos pro-condón son todo menos información de carácter científico o estadístico.

Se respeta la postura editorial del diario y también el anticlericalismo del columnista. Pero de la misma forma en que se enfatiza el sarcasmo contra las ideas religiosas, debería existir una preocupación por conocer a fondo ciertos conceptos elementales de sus estructuras. Así, por ejemplo, Salinas se refiere al cardenal Cipriani como “el monseñor”. Si se entiende que esta expresión traduce “Mi Señor”, resulta evidente la incorrección del artículo masculino. Por otro lado, califica al prelado como “el jefe de la iglesia católica peruana (sic)”, cuando todo la feligresía mundial sabe que la máxima autoridad eclesial de una nación es el presidente de la Conferencia Episcopal de ese país (Mons. Miguel Cabrejos, en el caso peruano).

A través de la historia, muchos poetas, narradores o quienes fungen serlo han pretendido lucir sus habilidades literarias ironizando sobre asuntos religiosos. Un ejemplo, sin duda, el poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig. Pero para ello hay que tener talento; de lo contrario, solo se cae en la exageración sensacionalista, en el calificativo absurdo o en el “raje”, del que algunos ya se muestran expertos.

1 comentarios:

Así es, muchos no saben ni lo que dicen o, peor aún, ni lo que escriben

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