Decenas de muertos, miles de damnificados y más de cien millones de soles en pérdidas materiales han generado las intensas lluvias en el sur del país. ¡Alarmante! Es verdad, pero nada novedoso. Cada año, cientos de peruanos mueren a causa de los desastres naturales que azotan a nuestro país y, cada vez, con mayor intensidad. Y es que la realidad en la que vivimos es totalmente adversa a la anunciada por nuestros gobernantes. Alan García tuvo el atrevimiento (por no decir el termino que Meier usó con su esposa) de denominar al 2010 como el año de la Consolidación Económica, sin preveer que el mes de apertura de éste nos recordaría nuestra cruda realidad.
El Perú tiene dinero y recursos. Es verdad. Tiene dinero para presumir ante Sudamérica, enviando más de 50 toneladas de ayuda humanitaria a Haití al día siguiente de ocurrido el terremoto, pero no tiene dinero para auxiliar de manera inmediata a los azotados por las lluvias en el Cusco. No está mal ayudar a países vecinos, pero todo debe comenzar por casa, ya que si el dinero del Perú, generado por peruanos, no es usado para enfrentar nuestros propios problemas, no llegaremos a ningún lugar. ¿O es que acaso la población está condenada a enfrentar estas fatalidades cada año?
Para Willar Gamarra, presidente ejecutivo
Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), su organización cuenta con alta tecnología para realizar sus investigaciones y para predecir los fenómenos de la naturaleza. Según Gamarra, desde el mes de noviembre era de conocimiento que iban a ocurrir intensos cambios climáticos, tanto por el calentamiento global y por el fenómeno de El Niño, y que se había comunicado al respecto, tanto a la población como a las organizaciones estatales encargadas de realizar trabajos sociales; sin embargo, hubo caso omiso por parte todos. El gobierno permitió el ingreso masivo de turistas, no obstaculizó la construcción de grandes hoteles a orillas del río en Aguas Calientes y, peor aún, no capacitó a la población para que esta tome medidas preventivas con anticipación: ¡no se hizo nada!
Le pregunté a Gamarra: ¿usted puede asegurar que el Senamhi tiene una política de comunicación lo suficientemente buena, la cual puede darnos la seguridad de que la población recibe sus comunicados de manera eficaz? Sólo Hubo tartamudeos en su respuesta, pues la único que se hace es enviar informes con términos técnicos que nadie entiende, y si la gente lo lee está bien; y si no, mal.
La comunicación es un proceso bilateral en la que participan dos entes. El proceso comunicativo no puede darse como concluido si no existe una respuesta por parte de los que reciben el mensaje. –La población no obedece a las alertas- dijo Gamarra tratando, excusar a su institución, y quizás tiene razón al afirmar que existen personas bastante imprudentes, pero al no existir una respuesta por parte de ellos, es porque el sistema comunicativo que emplea el gobierno es un total fracaso, teniendo en cuenta que existen pueblos damnificados suficientemente pobres que no tienen acceso a los medios.
Si esta riqueza que posee el Perú, que se afirma que es abundante en relación a nuestros vecinos, no es usada para generar políticas de comunicación que ayuden a preveer estos desastres, nunca sabremos cuándo nos azotarán terremotos, lluvias y maremotos, por más que el Senamhi y toda su moderna tecnología puedan predecirlas.
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